9.7.10

los árboles: joyas de la tierra



Al principio, el padre cielo y la madre tierra estaban cerca, muy cerca el uno de la otra, abrazados con gran fuerza. Estaban tan cerca y tan fuertemente abrazados que sus hijos, que vivían entre ambos, apenas podían respirar. Desesperados éstos se retorcieron, empujaron, presionaron y lucharon hasta que consiguieron que el cielo se despegase de la tierra y se alejase, elevándose hacia lo alto, arriba, muy arriba.
Desde allí, el cielo miró hacia abajo y vió a su esposa, la tierra, libre, hermosa, marrón y suave...pero tan vacía y sola que se sintió avergonzado por haberla dejado atrás, totalmente desnuda.
De modo que le confeccionó unos adornos mezclando luz y polvo, los enrolló para crear troncos y ramas y los curbó para dar lugar a hojas y flores. Combinó el marrón con el rojo y el gris con el verde; algunas de sus creaciones se volvían rosas al florecer, otras eran plateadas y tenían forma de estrella, y otras poseían bayas de un negro azulado o frutos dorados.
Distribuyó aquellas exquisitas joyas por toda la superficie de la tierra.
El cielo se sintió orgulloso y felíz al mirar hacia abajo.
La tierra se sintió felíz y orgullosa de sus joyas.
Los adornos se sintieron orgullosos y felices de decorar el suelo.
Hundieron sus troncos en la tierra y elevaron sus ramas hacia el cielo.
Y así, erguidos, han permanecido hasta nuestros días.
Y fue así, según cuentan, como surgieron los árboles.